Tanto tiempo sin escribirte a la cara. Esta vez sé que tú sabes que me dirijo a tí. Te juro que ha sido necesaria la distancia de un adiós y el tiempo de varios silencios para atreverme a escribir esto. Supongo que te preguntarás por qué lo hago de esta manera. Que por qué nos tienen que estar escuchando. Tranquilo, solo están a modo de testigos, no de jueces. Nos leerán, y coincidirán o no, pero eso es algo que jamás tenemos por qué saber tú y yo. Te he buscado, no ya en otros brazos, sino en otras miradas que no tenían tus ojazos, en otros labios que cerraron los míos, en otras caricias que no me hicieron olvidar las que imaginaba nuestras.
Sé que te perdí en el mismo momento en el cual mis ojos decidieron no mirar más tu rostro. Sé que el miedo y la vergüenza vencieron todo sentimiento que podía haber entre nosotros, sé que mi coraza pudo una vez más con esa rebeldía que sentí cuando quise dejarte las cosas claras. Cuando lo hice. Cuando te vi por primera vez empecé a creer en los flechazos. Cómo podías mirarme con esos ojos, dedicarme esa sonrisa y no ver el pecado atroz que estabas cometiendo contra mí. Cómo podías no ver cómo moría por dentro si mis ojos llameaban del dolor y la pasión que me producía verte. Las dos cosas al mismo tiempo. Y el miedo, y el amor venció a todo y comprendí que eras el chico de mi vida, el hombre de mis sueños. El muchacho de mis fantasías. Eras todo eso y eras más, mucho más. Y decidí lanzarme del todo, jugármelo todo a una carta que aún a día de hoy ni siquiera sé si existe. Creo que me la inventé. Me lo jugué todo a mi carta, esa carta. Mi destino. Pero la determinación flaqueó en el último momento al recibir un mandoble del miedo más horrible: el miedo a ser rechazada. Humillada. La determinación cayó y con ella todo mi aplomo. Y salí corriendo dejándote ahí plantado con la palabra en la boca. ¿Patético? Puede ser. En ese momento me pareció más bien supervivencia. Creo que prefería amarte en silencio y pensar que tú podías sentir lo mismo a arriesgarme y entregarme para que me dijeses que no. Eso me habría hundido. Y quizá si lo hubiese hecho y hubiese pasado eso hoy te habría olvidado y no escribiría esto. Quizá todo hubiese quedado en algo fugaz e idílico. Pero no lo hice. Y ahora, cada vez que te veo mi corazón late desbocado en el pecho queriendo correr hacia tí y gritarte a la cara todo lo que no me atrevo a confesar, ni siquiera ante mí misma. Y mi mundo se da la vuelta y todo lo que me parece real se trastoca para acabar patas arriba. Soy una chica insegura, que siente esas mariposas encerradas en su estómago cada vez que te ve. Más que mariposas aves rapaces. Sé que cometo errores. Y lo asumo, no digo que no. Sé que cada vez que mi mirada se encuentra con la tuya mi pecho se sumerje en una cálida paz que no creía posible en esta vida, y sube al séptimo cielo y más allá. El olvido se me fue de las manos y hasta el momento me ha sido imposible decirle cómo, cuándo, y dónde dejarte atrás. Tampoco quiero. Te veo tan lejos, tan inalcanzable... Me gustaría decir que estoy orgullosa de haberlo intentado y de haberlo perdido todo, pero esque ni siquiera me atreví a arriesgarme del todo. Te escribo a toro pasado, cuando ha terminado la batalla. Ahora que ya todos somos generales. Y me limito a escribirte todo lo que no puedo decirte con palabras por el miedo que sigo teniendo aún por este asunto. Soñaba, creía, me ilusionaba. Pero ahora los sueños han partido, las ilusiones están rotas y las esperanzas se ahogan en un vaso de agua, al igual que yo misma. Y me prometo que, la próxima vez, todo será diferente. Y engaño al destino y pierdo por adelantado, eso es lo que hago. Porque las promesas se rompen. Las palabras se olvidan y los deseos se pierden, quedándose vacíos, sin cumplir. Y, finalmente, esa necesidad creciente de creer se acabó.
domingo, junio 19, 2011
Life.
Y aprendi que no dar confianza era no recibirla.Que vivir era tan necesario como recordar, y como aprender, y que has de recordar como si el mundo terminase mañana y aprender como si fueses a vivir por siempre. Tambien aprendi que la vida era rapida, efimera. Que era lo mejor que teniamos. Y que, en definitiva, siempre ha sido una cosa sencilla el vivir: somos nosotros quien lo complicamos todo.
Asi que hazte un favor: vive. Que la vida son dos dias, y una noche, y que esa noche si la pasas de fiesta, mejor que mejor. Aprendi que reirte y burlarte de los que te intentaron hacer daño es el mejor analgesico para el dolor. Tambien que cuando haya palabras necias, lo mejor es tornar tus oidos sordos.
Ese dia aprendi, tambien, que lo mejor de la vida es poder ir con una sonrisa en los labios y que la gente te mire. Y, mientras te mira, sonreir de un chiste que solo tu entiendes, y que se pregunten por que. Que, despues de todo lo que te ha pasado te levantes, sonrias, y que la gente siga preguntandose como puedes seguir aun en pie. Deja que se pregunten como lo consigues.
Vive la vida, disfrutala al maximo. Pero no te la tomes demasiado en serio. Vamos, al fin y al cabo, no saldras vivo de ella.
Asi que hazte un favor: vive. Que la vida son dos dias, y una noche, y que esa noche si la pasas de fiesta, mejor que mejor. Aprendi que reirte y burlarte de los que te intentaron hacer daño es el mejor analgesico para el dolor. Tambien que cuando haya palabras necias, lo mejor es tornar tus oidos sordos.
Ese dia aprendi, tambien, que lo mejor de la vida es poder ir con una sonrisa en los labios y que la gente te mire. Y, mientras te mira, sonreir de un chiste que solo tu entiendes, y que se pregunten por que. Que, despues de todo lo que te ha pasado te levantes, sonrias, y que la gente siga preguntandose como puedes seguir aun en pie. Deja que se pregunten como lo consigues.
Vive la vida, disfrutala al maximo. Pero no te la tomes demasiado en serio. Vamos, al fin y al cabo, no saldras vivo de ella.
Dreams.
Y hoy me he dado cuenta de que mis sueños fueron hechos de cristal. Han sido horriblemente difíciles de tallar, y extremadamente fáciles de romper.
Una sonrisa. Un "te quiero". Una mirada. Un cortar la respiración, un no dejar de pensar en ello. Así empezó todo.
Una caída. Un golpe. Un ruido. Un despertar, y todo acabó.
Una sonrisa. Un "te quiero". Una mirada. Un cortar la respiración, un no dejar de pensar en ello. Así empezó todo.
Una caída. Un golpe. Un ruido. Un despertar, y todo acabó.
jueves, junio 16, 2011
Sad.
Quiero que te quede bien clara una cosa: la felicidad es una utopía. Así que puedes ir dándote con un canto en los dientes si cuando seas independiente tienes un lugar donde dormir, un plato que llevarte a la boca todos los días y alguien que te abrace durante las frías noches de invierno. Con un canto en los dientes.
Y entonces de pequeños, ¿por qué siempre nos pintan la felicidad como la aparición de algo especial? De pequeños todo es color y alguien que nos espera detrás del arcoiris. Todo es risa, aun el llanto. Todo es tan grande, quizá porque tu eres tan pequeño... El caso es que creces. Creces, y te das cuenta de que ni todo es tan grande ni hay tanta risa como parece en un principio. Que hay llantos que duelen más que mil caídas. Y que levantarse, a veces, es imposible, aunque necesario para sobrevivir.
Y que es tan difícil ver el arcoiris donde se esconde esa persona... que incluso hay veces que ni siquiera ves ese arcoiris porque la tormenta te lo tapa por completo. Porque hay nubes negras que no te dejan ver ni un resquicio de sol. Y hay veces que ese sol te es necesario para respirar.
Y te lo digo porque me ha pasado. Porque he encontrado a ese tipo de persona que te tapa el sol porque brilla más que él, y que las nubes negras se disipan con la brisa de su aliento sobre tu oído. Oído que hoy será de otra, igual que antes de que tú los besaras. Y duele, claro que duele, y hay veces que deseo volver a la infancia para caerme de un columpio y reírme al pensar que eso, en comparación, apenas duele. Que hay veces que creía terminadas las lágrimas y lo único que han hecho es retornar con más fuerza a mis ojos.
Y lo echo de menos. Sentirme así, tan viva, tan niña, por ti. Lo echo tanto de menos... Tanto como a ti. Te echo tanto de menos, que a veces pienso que no tiene sentido sin ti, que nada lo tiene, en realidad. Que tú te escondes en el arcoiris y que el arcoiris se esconderá de mí por toda la eternidad.
Que la felicidad es una utopía, sí, pero una utopía que me muero por alcanzar. Que me muero por alcanzarte y estar contigo
Y entonces de pequeños, ¿por qué siempre nos pintan la felicidad como la aparición de algo especial? De pequeños todo es color y alguien que nos espera detrás del arcoiris. Todo es risa, aun el llanto. Todo es tan grande, quizá porque tu eres tan pequeño... El caso es que creces. Creces, y te das cuenta de que ni todo es tan grande ni hay tanta risa como parece en un principio. Que hay llantos que duelen más que mil caídas. Y que levantarse, a veces, es imposible, aunque necesario para sobrevivir.
Y que es tan difícil ver el arcoiris donde se esconde esa persona... que incluso hay veces que ni siquiera ves ese arcoiris porque la tormenta te lo tapa por completo. Porque hay nubes negras que no te dejan ver ni un resquicio de sol. Y hay veces que ese sol te es necesario para respirar.
Y te lo digo porque me ha pasado. Porque he encontrado a ese tipo de persona que te tapa el sol porque brilla más que él, y que las nubes negras se disipan con la brisa de su aliento sobre tu oído. Oído que hoy será de otra, igual que antes de que tú los besaras. Y duele, claro que duele, y hay veces que deseo volver a la infancia para caerme de un columpio y reírme al pensar que eso, en comparación, apenas duele. Que hay veces que creía terminadas las lágrimas y lo único que han hecho es retornar con más fuerza a mis ojos.
Y lo echo de menos. Sentirme así, tan viva, tan niña, por ti. Lo echo tanto de menos... Tanto como a ti. Te echo tanto de menos, que a veces pienso que no tiene sentido sin ti, que nada lo tiene, en realidad. Que tú te escondes en el arcoiris y que el arcoiris se esconderá de mí por toda la eternidad.
Que la felicidad es una utopía, sí, pero una utopía que me muero por alcanzar. Que me muero por alcanzarte y estar contigo
Until the End.
Es cuando veo tu sonrisa, esa que tanto me gusta. Entonces las lágrimas recorren mi rostro, y después no consigo reponerme. Eres más fuerte que yo.
Pero ahora que soy más fuerte, ahora que tú me has echo fuerte, soy capaz de comprender cómo el mundo se vuelve frío. Tan frío que atraviesa mi alma. Y así es cómo se que encontraré dentro de mi que puedo ser la única.
Está bien. Está bien. Sí, todo está bien. Las estaciones cambian. Y las olas chocan. Y escucho su sonido. Y la estrellas caen. Caen solo por nosotros. Y entonces los días se hacen largos, y las noches se hacen cortas. Y entonces puedo demostrarte que de verdad yo soy la única.
Y tú, siempre tú. Tú eres mi amor verdadero. Todo mi corazón es tuyo, porque tu consigues que esté unido. No lo desaproveches, por favor. Porque estoy aquí por tí, y solo por ti. No te vayas. No desaparezcas. Dime que te quedarás, y cúmplelo. Quédate.
Usame como quieras. Haz conmigo lo que te apetezca, cuando te apetezca. Tira de mi cadena, aunque solo sea para poder deleitarte. Por que yo se que si estás conmigo yo estaré bien, aunque mi cielo se vuelva gris.
Porque yo nunca te dejaré caer y siempre, siempre me levantaré contigo. Te daré mi mano y te ayudaré a ello. Y ya lo sabes. Sabes que yo estoy ahí a pesar de todo. Aun cuando salvarte me mande al cielo.
Antes de que te marcharas, me aferré a tí y te rogué: "No te vayas." No, no es cierto, soy demasiado cobarde para hacer tal cosa. "Entonces, te vas...", fue cuanto pude decir. Te abracé por la espalda y te pedí: "Quédate un poco, sólo un poco más"; de esta manera me parecía que trataba retenerte de un modo más sutil.
... Odio el ruido que hace la puerta al cerrarse.
Sumergí mi rostro en tu camiseta blanca que llevabas hasta hacía un instante para oler tu aroma; luego deslicé los brazos en las mangas y me metí en la cama con ella puesta. Poco a poco, tu olor desaparecía, iba distanciándose de mí inevitablemente...
Lo había perdido. Pero no podía olvidarlo, y tampoco podía renunciar a él. Incapaz de manifestar estos sentimientos, me aferraba cada vez con mayor insistencia a ellos.
... Odio el ruido que hace la puerta al cerrarse.
Sumergí mi rostro en tu camiseta blanca que llevabas hasta hacía un instante para oler tu aroma; luego deslicé los brazos en las mangas y me metí en la cama con ella puesta. Poco a poco, tu olor desaparecía, iba distanciándose de mí inevitablemente...
Lo había perdido. Pero no podía olvidarlo, y tampoco podía renunciar a él. Incapaz de manifestar estos sentimientos, me aferraba cada vez con mayor insistencia a ellos.
Today is a Gift
Supongo que siempre hemos escuchado lo mismo, que todos deseamos ser dueños de nuestro futuro y poder acceder a borrar y cambiar el pasado a nuestro antojo. Lo que pocos saben y muchos tardan en descubrir es que el futuro es un misterio, una quimera que puede que jamás llegue a presentarse; el pasado es dolor y arrepentimiento, soledad, nostalgia y melancolía.
Pero el hoy... el hoy es un regalo. Quizá por eso se llama presente.
Pero el hoy... el hoy es un regalo. Quizá por eso se llama presente.
Regrets.
Me he dado cuenta de que he tenido tanto miedo de las cosas malas, tanto, que me he perdido las buenas sin quererlo.
About Life.
Lo poco que sé de la vida está en los libros que leo.
Lo poco que sé de la vida está en las líneas que no escribí.
Lo poco que sé de la vida se cuenta tomando un café, se entiende tomando un copa y se olvida con dos.
Que nadie se me emocione ni albergue falsas esperanzas, porque con lo poco que sé de la vida, a duras penas se llena un corazón, por pequeño que sea.
Empiezo por lo que sé con toda seguridad.
Sé que con suerte te vas a morir una vez. Así que procura no morirte más veces por el camino. No hay nada peor que esa gente que se va muriendo antes de morirse del todo. Para evitarlo, te regalo un método infalible. Mientras tú vayas decidiendo, todo va bien. El día que dejes de decidir, ese día, cuidado, porque la habrás palmado un poco.
Ten siempre más proyectos que recuerdos, es la única forma que conozco de mantenerse joven. Olvídate de la patraña esa de ser feliz, ya te puedes dar con un canto en los dientes si llegas a ser el único dueño de tus propias expectativas. Que un euro se ahorra y un polvo se pierde. Para siempre. Que hay que dedicarse a algo de lo que jamás te quieras jubilar. Por mucho que te cueste pagar las facturas. Por mucho que en las antiguas reuniones de alumnos te miren mal. Es mejor dedicarse toda una vida a algo que te divierta a pesar de no llegar a fin de mes, que pasarse un solo día trabajando únicamente por dinero. Entre lo poco que sé de la vida también te diré que nada de todo esto vale la pena sin alguien que te haga ser incoherente. No flores, ni velas, ni luz de la luna. Ese es el verdadero romanticismo. Alguien que llegue, te empuje a hacer cosas de las que jamás te creístes capaz y que arrase de un plumazo con tus principios, tus valores, tus yo nunca, tus yo qué va. Ojalá ames mucho y muy bueno, incluso a riesgo de ser correspondido. Que te despojen de todo, que hagan jirones de tus ganas, y que te veas obligado a remendarlas con el hilo de cualquier otra ilusión. Que desees y que seas deseado, que se frustren todas tus esperanzas, y que acabes descubriendo que la única forma de recobrar el primer amor, que es el propio, es en brazos ajenos. Dos emociones inútiles asociadas al pasado, arrepentimiento y culpa, y una emoción inútil asociado al futuro, la preocupación. Cuanto antes te desprendas de las tres, antes empezarás a apreciar lo único que tienes. Qué más. Ah, sí. Sé que al menos un amigo en la vida te va a traicionar, otro será traicionado por ti, y que te pongas como te pongas, los que no hayas hecho antes de los treinta, ya jamás pasarán de buenos conocidos. Cuenta solo con los tres principales, porque a partir de ahí todo es mentira. Para terminar, y hablando del tema, déjame que te presente a tu mejor enemigo. Se llama miedo. Quédate con su cara, porque va a estar jodiéndote de aquí en adelante. Miedo al fracaso, miedo al que dirán. Miedo a perder lo que tienes. Miedo a conseguirlo. Miedo a saber poco de la vida.
Miedo a tener razón.
lunes, junio 13, 2011
Write Soon, Love.
Sé que te tienes que marchar. Sé, también, que es inevitable. Realmente cuando me lo dijiste me entró un no se qué en las tripas, como si me estrangulasen desde dentro. Llámame rara. Quizá lo soy. Pero sólo de pensar que no iba a ser tu cara lo primero que viese al despertarme, se me vino el mundo encima. Créeme o no lo hagas: nada tenía sentido bajo este pensamiento. Recordar tu voz, tu cuerpo, claro, y tus ojos infinitos. Y pensar que estaban tan lejos, tan distantes que no podría llegar por mucho que corriese hacia tí. Yo, a diferencia de ti, no puedo abandonarlo todo, cariño. Esto es más duro de lo que pensé, y es quizá por eso por lo que te lo digo por escrito. Ahora solo tú sabes que me dirijo a ti. Aunque nos estén leyendo, ellos están a modo de testigos, no de jueces. Coincidirán o no, pero eso es algo que jamás tenemos por qué saber tú y yo.
Lo primero que pensé fue que tu rostro se difuminaría en el desván de mis recuerdos, poco a poco, lentamente, y que cuando encontrase el valor para echar mano y recuperarlo descubriría que solo eres una mancha borrosa. Indefinida. El miedo más atroz que me atenaza es el miedo a olvidarte. Olvidar quién eres y todo lo que fuiste y significaste para mí. Ambos sabemos todo lo que hemos pasado juntos, mi vida, y todo lo que tenemos en mente para recordar.
Quizá ahora todo eso se pierda en el pasado y sea solo una anécdota que contarle a una nieta curiosa que quiera saber más de la vida en nuestra época.
Pero no te escribo para reprocharte nada, ni para hacerte sentir culpable. Ni siquiera lo hago para que sepas como me siento.
Quiero, ante todo y más importante, darte las gracias. Gracias por haber sido tal y como eres, por haber tenido tanto tiempo para mí, por estar siempre a mi lado. Por haber llamado a mi puerta aun cuando te gritaba que no quería verte. Por haber entrado por la ventana cuando no te abría. Por las tardes inolvidables, los lugares importantes y las conversaciones insustanciales. O quizá no tanto, porque ahora que echo la vista atrás, descubro que no he olvidado ni un retazo de tus palabras. Gracias por venir corriendo a mi casa, llamar a la puerta y pedirme que me asome. Por decir cualquier tontería justo en ese momento en el que era lo que menos necesitaba, o eso creía yo.
Por otro lado, quiero desearte la más profunda de las suertes, amor. Sé que todo esto empezó como una simple amistad que fue trabándose con el tiempo, haciéndose fuerte ante las adversidades y los daños, creando barreras que solo ambos podíamos traspasar, y que, sin embargo, ha terminado como algo mucho más fuerte. Quiero que sepas que sé que esto es importante para ti. Respeto tu decisión, la comprendo, no me pidas que la comparta. Pero estoy contigo, estés donde estés, vida, ahora y siempre. Y sé que lo harás bien. Y no quiero ser pesimista, así que me gusta pensar que un día, cuando menos me lo espere, cerraré los ojos y, al abrirlos, tú me sonreirás de vuelta. Es lo único que me mantiene a flote ahora, por favor, no me culpes.
Te he querido, y aún te quiero, más que a mi vida. Pero no te voy a pedir que sigas sintiendo lo mismo. Vive, amor, salta, corre, vuela y, si tienes que enamorarte de nuevo, hazlo. Hazlo por mí, porque no sé si volveré a verte.
Sé que tienes que irte, pero nada de lo que he dicho lo hace más fácil. Sé que no te voy a olvidar. Sé que no quiero hacerlo.
Y, aunque ahora estoy muriéndome de ganas por ir a tu casa, sé que no estarás ahí para abrirme la puerta. Ir a tu casa corriendo, y llamar al timbre. Y pedirte que te asomes. "Oye, que se me había olvidado decirte una cosa..." Y seguro que es una absoluta estupides. Como cuando tú lo hacías. Sí, una estupides, pero me gustaría tanto podértela decir...
Hazme un favor, escríbeme al menos tres veces por semana.
Cuéntame todo. Escribe todo, garabatea en un cuaderno, envíame un e-mail. No importa, pero yo quiero saber todo. Así estaremos siempre juntos, aunque estemos separados. De esa manera, cuando menos lo esperemos… nos volveremos a ver
Lo primero que pensé fue que tu rostro se difuminaría en el desván de mis recuerdos, poco a poco, lentamente, y que cuando encontrase el valor para echar mano y recuperarlo descubriría que solo eres una mancha borrosa. Indefinida. El miedo más atroz que me atenaza es el miedo a olvidarte. Olvidar quién eres y todo lo que fuiste y significaste para mí. Ambos sabemos todo lo que hemos pasado juntos, mi vida, y todo lo que tenemos en mente para recordar.
Quizá ahora todo eso se pierda en el pasado y sea solo una anécdota que contarle a una nieta curiosa que quiera saber más de la vida en nuestra época.
Pero no te escribo para reprocharte nada, ni para hacerte sentir culpable. Ni siquiera lo hago para que sepas como me siento.
Quiero, ante todo y más importante, darte las gracias. Gracias por haber sido tal y como eres, por haber tenido tanto tiempo para mí, por estar siempre a mi lado. Por haber llamado a mi puerta aun cuando te gritaba que no quería verte. Por haber entrado por la ventana cuando no te abría. Por las tardes inolvidables, los lugares importantes y las conversaciones insustanciales. O quizá no tanto, porque ahora que echo la vista atrás, descubro que no he olvidado ni un retazo de tus palabras. Gracias por venir corriendo a mi casa, llamar a la puerta y pedirme que me asome. Por decir cualquier tontería justo en ese momento en el que era lo que menos necesitaba, o eso creía yo.
Por otro lado, quiero desearte la más profunda de las suertes, amor. Sé que todo esto empezó como una simple amistad que fue trabándose con el tiempo, haciéndose fuerte ante las adversidades y los daños, creando barreras que solo ambos podíamos traspasar, y que, sin embargo, ha terminado como algo mucho más fuerte. Quiero que sepas que sé que esto es importante para ti. Respeto tu decisión, la comprendo, no me pidas que la comparta. Pero estoy contigo, estés donde estés, vida, ahora y siempre. Y sé que lo harás bien. Y no quiero ser pesimista, así que me gusta pensar que un día, cuando menos me lo espere, cerraré los ojos y, al abrirlos, tú me sonreirás de vuelta. Es lo único que me mantiene a flote ahora, por favor, no me culpes.
Te he querido, y aún te quiero, más que a mi vida. Pero no te voy a pedir que sigas sintiendo lo mismo. Vive, amor, salta, corre, vuela y, si tienes que enamorarte de nuevo, hazlo. Hazlo por mí, porque no sé si volveré a verte.
Sé que tienes que irte, pero nada de lo que he dicho lo hace más fácil. Sé que no te voy a olvidar. Sé que no quiero hacerlo.
Y, aunque ahora estoy muriéndome de ganas por ir a tu casa, sé que no estarás ahí para abrirme la puerta. Ir a tu casa corriendo, y llamar al timbre. Y pedirte que te asomes. "Oye, que se me había olvidado decirte una cosa..." Y seguro que es una absoluta estupides. Como cuando tú lo hacías. Sí, una estupides, pero me gustaría tanto podértela decir...
Hazme un favor, escríbeme al menos tres veces por semana.
Cuéntame todo. Escribe todo, garabatea en un cuaderno, envíame un e-mail. No importa, pero yo quiero saber todo. Así estaremos siempre juntos, aunque estemos separados. De esa manera, cuando menos lo esperemos… nos volveremos a ver
martes, junio 07, 2011
Fear.
-¿Sabes qué es lo contrario del amor?
-Pues no lo sé. El odio, supongo.
-El miedo. Lo contrario del amor, es el miedo.
Forget.
Ha pasado tanto tiempo desde el último verano que ya casi no recuerdo que te había olvidado. Han pasado tantas cosas, tantas cosas han cambiado. He aprendido que el silencio se hace cada vez más raro y más raro. Y no siempre lo mejor, es lo más caro. Cuánto más lejos estás más me cuesta respirar, el silencio es no explotar en tus manos, el silencio es no pensar, es lo que queda si te vas... En noches así, siempre se anda uno preguntado cuánto ha olvidado y cuánto de todo esto va a recordar en el futuro, y de repente te viene un vago recuerdo semejante a una princesa dormida en un castillo vacío, que al despertar se da cuenta de que está fuera de sitio. En medio de la ciudad, anda arrastrando su traje. Las joyas de su corona no sirven para nada en este viaje. La niña caminaba perdida...
olvida todo lo que has aprendido.
olvida todo lo que has aprendido.
lunes, junio 06, 2011
Trust
Aprendí que no otorgar confianza era no recibirla. Que olvidar a veces es tan importante como aprender, y que hay que vivir la vida como si fueras a morir mañana, y aprender como si fueras a vivir por siempre.
Erased.
La borró de la fotografía de su vida no porque no la hubiese amado, sino, precisamente, porque la quiso. La borró junto con el amor que sintió por ella. La gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad, el futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se rescriben las biografías y la historia.
Photos
Adoro las fotografías. Quizá porque lo mejor de ellas es eso, que nunca cambian.
Incluso cuando las personas que están en ellas sí lo hacen
jueves, junio 02, 2011
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