Y hoy me he dado cuenta de que mis sueños fueron hechos de cristal. Han sido horriblemente difíciles de tallar, y extremadamente fáciles de romper.
Una sonrisa. Un "te quiero". Una mirada. Un cortar la respiración, un no dejar de pensar en ello. Así empezó todo.
Una caída. Un golpe. Un ruido. Un despertar, y todo acabó.